En 1985, después del terremoto, Don Manuel Rozada Cuéllar, se percató que muchos perritos quedaron en el desamparo; en un afán de ayuda empezó a llevarlos a su casa para alimentarlos, darles cuidado y albergue. Cada vez que encontraba uno, lo traía a casa y cuando se dio cuenta contaba con más de 600 perritos. Era difícil mantener en casa tantos peludos, fue así qué se propuso crear un albergue para cuidarlos y protegerlos, invirtiendo todo su patrimonio para crear la organización que hoy lleva su nombre.

 

En esta organización, las labores y actividades humanistas a favor de los animales son una constante diaria y durante todo el año; se reciben animales accidentados o heridos en la vía publica, proporcionándoles servicios médicos, alimentos y rehabilitándolos emocionalmente, trabajo que realiza un valioso y responsable grupo de profesionales y voluntarios, encargados de estas labores, además de darles amor y asegurarse de que los que se van en adopción tengan una buena vida con la familia que los acepta y quiere como son, donde vivan en un ambiente amoroso y lleno de cuidados.

 

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